Diversos estudios ya han demostrado que una persona feliz, es sinónimo de un trabajador productivo. Pero la motivación no se aprende en pocas horas, es un aprendizaje constante.
Si actualmente ocupas un rol de liderazgo, lo primero que debes hacer es comenzar a desarrollar tus habilidades de motivación.
Ha quedado en el pasado la idea de que un trabajador mal tratado o presionado por demás responderá de forma positiva, quizás lo haga en el corto plazo, pero te aseguramos que a la larga, terminarás con empleados desmotivados o incluso con problemas de salud.
Acompañar a tu equipo
Tu principal misión entonces es comenzar a practicar y conocer qué herramientas te servirán para acompañar y dirigir a tu equipo para la consecución de los objetivos propuestos y realizar una óptima gestión del capital humano.
¿Sabías que la Organización Mundial de la Salud, incluyó el “síndrome del quemado” en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE)?
Diversas empresas vienen trabajando desde hace varios años en la relación entre motivación y productividad, un ejemplo más que conocido es el caso de Google, donde la dirección ha conseguido incrementar casi un 40% el nivel de satisfacción aplicando políticas de bienestar.
La eterna pregunta: ¿líder se nace o se hace?
Más allá de la respuesta que le quieras dar a esta pregunta, es de suma importancia que inviertas tu tiempo en formarte para ser un buen líder, porque por más que hayas crecido con diversa cualidades de liderazgo sino sabes cómo aplicarlas y potenciarlas todo ese talento innato estará desperdiciado.
Pero además esto te permitirá conocerte más a ti mismo y así empatizar con cada miembro de tu equipo de trabajo.
En ADEN, buscamos potenciar a los líderes empresariales. Descubre herramientas y crea estrategias para administrar negocios con un Master Ejecutivo.
Estos son algunos aspectos que puedes comenzar a poner en práctica:
Comienza por lo más sencillo: ¿cuál es la cara con la que ingresas a tu oficina? ¿Cómo le respondes a tus empleados? Si mostramos una cara amable, acompañada de una sonrisa contagiaremos nuestra actitud al resto del equipo, generando un optimismo que se trasladará al desarrollo de las tareas cotidianas.
Resalta lo bien hecho: por más pequeño que sea, si ves que uno de los miembros de tu equipo ha realizado una tarea de forma exitosa, destácalo.
Impulsa el aprendizaje: valora cuando un empleado ha adquirido un nuevo conocimiento. Si te pide tiempo para aprender nuevas habilidades, analiza si será fructífero para la empresa y si no lo es, no le quites su intención sino preséntale otra instancia formativa donde ambas partes queden conformes.
Optimiza los recursos técnicos: No hay nada peor para una persona que pasa delante de su computador 8hs, que las cosas no funcionen ¿Cómo exigir resultados cuando no damos las herramientas necesarias?
Si bien estas simples prácticas ayudarán a crear un ambiente positivo, es importante que comprendas que la motivación se construye de elementos “más duros” tales como el salario, la seguridad laboral, las perspectivas de futuro y la flexibilidad horaria.
Por otro lado también puedes potenciar las relaciones interpersonales a través de actividades lúdicas para los empleados, como comidas o cenas, juegos o incluso una salida al cine a ver la película estreno.
Quizás a simple vista son pequeñas acciones pero que en su conjunto marcarán una gran diferencia. Recuerda que una cabeza no tiene sentido sino está acompañada de un cuerpo sano y motivado, lo mismo sucede con un líder, sin su equipo pierde sentido.